Los rumores de desavenencias entre Alberto y Cristina recrudecieron como olas de una marea. Esa trampa que instalan los trolls y los medios es, aunque parezca mentira, creída y repetida por muchas personas de buena fe. Nos hemos despolitizado tanto que no comprendemos los lazos que unen al Frente de Todos.
Por Osvaldo Pellin
A lo sumo son subjetividades indeseables del pueblo, deseos frustrados de la oposición, los desencuentros entre los Fernández, Alberto y Cristina.
Hace rato que lo vienen pregonando los cambiemitas y ya más de una vez empezaron la rosca que terminó muy poco después por ausencia de evidencias.
Ahora viene recrudeciendo los rumores de esas desavenencias como si fueran olas de una marea.
Personalmente creo, apuntan a Alberto. Cristina está tan cascoteada que no le hace mella ninguna agresión inesperada de los francotiradores de la tele, de Clarín o de La Nación que no dan la talla. Pero el objetivo pasa por esmerilar a Alberto, acosado como está por problemas heredados del macrismo más una pandemia en plena expansión, y por eso la eventual ruptura que añoran con Cristina, que significa voltearlos a los dos si esa versión conspirativa y antidemocrática fuera cierta.
Y eso es inaceptable porque Alberto y Cristina no se van a pelear simplemente porque ya lo han dicho que no lo harán, y porque son políticos suficientemente maduros como para que pongan sus lomos para hacer de puente a los canallas que saquearon la Argentina.
Eso sí: hay o habrá en su ámbito, discusiones como las tienen aquellos que han hecho de la política su verdadera vocación, y como lo hubo siempre cuando más necesaria es la situación. En todo caso es menester esmerarse en no dar la ocasión, porque estamos frente a destituyentes avezados asesorados por organizaciones que ya han actuado en la Argentina en contra del movimiento popular.
Esa trampa de la lucha instalada por los trolls y los medios es, aunque parezca mentira, creída y repetida por muchos compañeros que pecan claramente de incautos.
Los que deberían sentirse los dueños de la situación son los que ganaron las elecciones en octubre pasado. Nos hemos despolitizados tanto que no comprendemos los lazos verdaderos y sólidos que unen al peronismo de hoy.
Adoptar la mentalidad de los programas de chismes de la TV y suponer que si Alberto no invitó a Fulano o se sentó al lado del indeseable Mengano o llamó “amigo” a un adversario político, y se repite como si fuese un importante desvío ideológico, es como dispararse un tiro en los pies con la propia arma.
Los dueños de este momento político son los peronistas, los kirchneristas, los del Frente Renovador, el sindicato de camioneros, Hugo Yasky, la CGT, los progresistas de toda extracción que adhieren al movimiento popular.
Los fogoneros de la situación son los cuatro pelagatos rentados por la tele, como Jorge Asís (¿se acuerdan que fue candidato a vicepresidente de la Nación en la fórmula con Jorge Sobisch?), Novaresio, el hijo de Mauro, la Vieja Canosa, el Jocker perverso de Lanata y todo un ejército de títeres enemigos de las mayorías y amigos del círculo rojo de Macri que patrocina sus programas.
El pueblo argentino está ansioso de que esta pandemia apacigüe su genio y nos devuelva a una vida cotidiana con menos riesgo de enfermar y morir. Está esperando sumarse a lo que ya sabe que será el mejoramiento real de su situación económica, social y cultural.
¿Quién va a gestionar semejante cambio si no el peronismo, como ya le hiciera muchas veces?
Fuente: Va con Firma