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Entrevista a Raquel Chan: la mujer detrás del trigo transgénico resistente a la sequía

La especialista en biotecnología vegetal dialogó en exclusivo con AGENCIA PACO URONDO a partir de la decisión de Brasil de aceptar el trigo transgénico HB4, desarrollado en Argentina por CONICET y la empresa nacional Bioceres. "Es un logro de soberanía", aseguró.


Por Enrique de la Calle


Raquel Chan es bioquímica, especializada en biotecnología vegetal. Es investigadora de CONICET y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (Santa Fe). Es una de las científicas más prestigiosas del país y es la persona que está detrás de la investigación que creó un trigo transgénico resistente a la sequía (HB4), que recientemente fue aprobado en Brasil, el principal comprador de la Argentina. Además, trabaja en un proyecto para aumentar la producción en plantas de la agricultura familiar. Su visión sobre el debate en torno a los transgénico.

APU: ¿Qué significa que Brasil haya aceptado finalmente el trigo transgénico HB4?

Raquel Chan: Pudo salir mal o bien. Salió muy bien. Me da mucha alegría. Desde que anunciaron eso mi teléfono no deja de sonar. ¿Por qué es muy importante? Por muchas razones. Una de ellas, que es un ejemplo para otros de que se puede llegar si uno la pelea. A nivel nacional es muy importante porque es la primera vez que Argentina desregula algo que no se hace primero en Estados Unidos. Nosotros tenemos una política espejo: todo lo que se aprueba acá antes se lo aprobó en Estados Unidos. Después, hay un tema de soberanía: como país logramos esto cumpliendo con requisitos muy complejos. Se aprobó acá y después en Brasil (que es nuestro principal comprador de trigo), donde reconocieron que nunca habían visto una presentación con tantos estudios y ensayos realizados. Lo que muestra también que la planta es muy segura. No sé qué va a pasar a nivel comercial, el tiempo lo dirá. Pueden ser divisas para el país, sea por regalías o valor agregado al producto que se está vendiendo hoy que es grano seco.

APU: Decía que el teléfono no dejó de sonarle. Vi en redes sociales que una periodista francesa la recomendó para el premio Nobel...

RCH: Eso es demasiado, se les fue la mano. Es exagerado, no creo ni espero eso.

APU: Un punto que pasa desapercibido es la articulación entre universidad pública y sector privado (la empresa Bioceres). ¿Cómo se dio ese proceso de articulación?

RCH: Fue muy importante. Sin ellos no hubiésemos llegado y ellos tampoco sin nosotros.

APU: Tal cual. Muchas veces se cree que esas articulaciones solo son posibles en los países desarrollados o bien se cae en la idea de que el sector privado se las “arregla solo” y todo ese discurso.

RCH: Fue una relación que surgió de forma directa entre nosotros que luego las instituciones avalaron y aprobaron. Le dieron formalidad (lo que nosotros hacemos le pertenece a la institución). Los contactos lo hicimos nosotros y pedimos un convenio. Las articulaciones público-privado funcionan un poco así. Pero no solo en nuestro caso. Los barbijos de Conicet es un ejemplo semejante. El desarrollo de la tela antiviral se hace en el sistema público, pero la fabricación a escala lo hace una empresa. Hay muchos casos así.

APU: ¿Cuáles son las posibilidades que permite el trigo HB4? ¿Qué implica que sea “resistente a la sequía”?

RCH: Quiero aclarar algo al respecto. Todas las plantas necesitan agua, siempre. Esta planta necesita menos y se la aguanta más tiempo sin agua. Sin agua se muere como cualquier otra. Por eso aclaramos que este tipo de tecnología no es válida para cualquier lugar. No es que la planta va a crecer en el desierto del Sahara. Nosotros hicimos estudios en diferentes regiones del país. Hay que tener en cuenta que para que una planta crezca depende del agua pero también de una combinación de elementos: clima, temperatura, suelo, plagas.

APU: ¿En Argentina, en qué lugares podría rendir muy bien?

RCH: Por ejemplo, hay lugares de Buenos Aires donde da un rendimiento impresionante. En Pergamino, que es una muy buena zona, dio 25% más. No es universal. No es que le decís al productor que con esta semilla se va a producir 20 o 50% más. Eso no se puede decir sin mentir. Depende de cada región. Hay lugares muy complicados donde duplica el rinde, como San Luis o alguna parte de Córdoba.

APU: ¿Hay pedidos de otros países?

RCH: Sé que la desregulación la hicieron varios países: Indonesia, Colombia y no sé si Paraguay. El tema era que había que esperar a Brasil porque es el principal comprador. Igualmente hay otros mercados. Se exporta trigo a otros países.

Ciencia y agricultura familiar

APU: ¿En qué otros proyectos está trabajando?

RCH: Estamos trabajando en un maíz transgénico tolerante a tormentas, con muchos ensayos de campo ya hechos. Estamos buscando socios comerciales. No es que hay muchas opciones, o están las transnacionales o las empresas argentinas. Con el maíz tendríamos menos problemas con el trigo, porque es un transgénico muy aceptado en el mundo. Pero necesitamos rendimientos superiores al actual que son muy buenos. Después, tenemos proyectos vinculados a la agricultura familiar.

APU: ¿Por ejemplo?

RCH: Uno tiene que ver con la convocatoria “Argentina contra el hambre”: nosotros presentamos un proyecto que tiene que ver con lo siguiente. Analizando transgénicos veíamos que las plantas que rinden mejor, en condiciones normales, tienen un tallo más gordo. En general, los tallos no se estudian. Pero nosotros empezamos a mirar ahí, qué pasaba con eso. Entonces buscamos una metodología que nos permitiera tallos más gordos sin usar transgénicos. Una investigadora de nuestro equipo (Julieta Cabello) descubrió que en Corea le ponían un peso mecánico a las plantas y eso ensanchaba los tallos. Empezamos a trabajar en eso. Por supuesto que el proceso es más complejo de cómo lo cuento. Pero vimos que poniendo un broche de colgar la ropa en algún momento del crecimiento de la planta y sacarlo en otro momento determinado lográbamos tallos más gordos y la planta producía un montón más. Lo probamos con muchas variedades: soja, girasol, quinoa, chía. Todos los ensayos los hicimos en el laboratorio. Para pasar a campo, hicimos un acuerdo con gente de Tucumán, porque acá, en Santa Fe, no crece quinoa o chía. Ellos hicieron los ensayos y dan bárbaro. Eso es para agricultura familiar. Hay que ponerle un gancho a mano a cada planta. Por eso el proyecto tiene una segunda parte, que tiene que ver con la comunicación, con enseñarle a los pequeños productores. Esto sirve para muchas plantas. Por ejemplo, en tomate tenemos una duplicación de la producción. En Tucumán lo están investigando en cedro, también. No es para alimentación en ese caso pero sí serviría para la industria forestal. Queremos estudiarlo en un montón de especies y queremos enseñárselos a la gente, a usar el método en sus huertas.

APU: Lo dijo recién en relación al maíz transgénico, que es menos resistido que el trigo. La llevo a ese tema: ¿Por qué cree que hay tanto reparo sobre lo transgénico? ¿Qué podría aportar para alejar miedos sobre esa tecnología?

RCH: Trato de explicarlo en todos los lugares donde me invitan, pero hay una grieta sobre el tema. Hay gente que le tiene miedo a lo nuevo. Después hay gente que asocia al transgénico con el aumento del uso de herbicidas. Todos los transgénicos son para uso de herbicidas. Pero al estar en contra de eso terminan estando en contra de los desarrollos nacionales y a favor de los transnacionales, que son los que ya existen. Como esos ya están instaurados, pareciera que no se pueden discutir, entonces se pelean contra lo que se hace en el propio país. No se ven estas cosas. No se escucha al otro y se exponen argumentos que no tienen mucha base. Lo dije en un montón de entrevistas: este trigo (el HB4) se puede hacer con el tratamiento convencional. Hay una fantasía como si hasta ahora no se usaran herbicidas para hacer trigo. Sí, se usa. No me gusta la palabra, pero hay mucha ignorancia. Hay gente que está en contra y ya. Pasemos a un tema que no es el mío como son las vacunas. ¿Cuáles son los argumentos de las personas que no se quieren vacunar? Me dijeron que hacen mal, una persona en no sé dónde se murió. Si ves que de los 30 mil casos diarios pasamos en pocos meses a mil y pico, y eso coincidió con la vacunación... Es fácil de comprobar. Y sin embargo, seguís teniendo gente sin vacunar. Vuelvo a mi tema: este país vive de la exportación de granos, que representan un porcentaje muy alto en las divisas que se generan. Nos guste o no nos guste. Entonces, me parece muy importante el desarrollo de una tecnología que pueda producir más granos. Y más cuando se hace en el país, por científicos del país.

APU: Me quedé con ese proyecto para ensanchar los tallos y lograr que la agricultura familiar pueda producir más. ¿Podría ser aplicado para la producción masiva de frutas y verduras, que se consumen en los centros urbanos?

RCH: Esta tecnología que desarrollamos sirve para plantas que tienen un tallo principal, no cualquier planta. Nosotros tenemos estudiado en cuáles funciona. Por ejemplo, tomates. Estamos hablando en aumentar un 50 o 60% la producción. Hace falta multiplicarnos a nosotros, porque somos poquitos (risas). Porque hay que ir a los lugares a enseñar, para eso necesitás actores intermedios, porque no es que yo caigo en un barrio a explicarle a alguien cómo producir tomates y me hace caso. Nosotros queremos además que en la agricultura familiar o en los cordones hortícolas puedan producir también cultivos con mayor valor. El kilo de tomates sale 200 pesos el kilo. En cambio, la nuez de pecán, que se compra en dietéticas, sale 2000 pesos el kilo. Queremos ayudar a generar riqueza.

APU: Hablando medio en serio y medio en broma: ¿No quiere ser ministra nacional? ¿No le interesaría pasar a un rol más ejecutivo y con alcance federal?

RCH: (Risas) Trabajé y trabajo en la gestión, soy directora de Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) desde hace años. Prefiero la ciencia pero si tengo que tomar un cargo porque hay que hacerlo, lo haría.





































Fuente: APU