Ir al contenido principal

Rosario: Los sindicatos que no queremos

Norma Mores es militante feminista, sindicalista, madre, trabajadora y sobre todo, luchadora. Hace 25 años que pertenece a UTHGRA y durante ese tiempo cosechó alegrías y sinsabores. Hace dos años que sufre violencia laboral y de género dentro del gremio.


Por Lilian Alba
Publicada en revista enREDando

En marzo de este año, Norma Mores hizo público el maltrato y la violencia laboral y de género que sufrió durante dos años en la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), Seccional Rosario.

Desde el 2015 fue delegada de lxs trabajadorxs de Catering Gourmet, con 450 trabajadores. En ese momento consiguió la recategorización de lxs trabajadorxs, las licencias por convenio que no se estaban otorgando, el pago de aguinaldo y vacaciones. Esta lucha le valió para ser convocada, en el 2017, a integrar la Comisión Ejecutiva. Ante el dicho de que “las cosas se cambian desde adentro”, Norma Mores respondió sumándose a sus nuevas tareas como Secretaria de Actas y Afiliaciones.

“Yo pensé que desde adentro quizás no se estaban dando cuenta lo que estaba pasando afuera, lo que yo estaba notando, porque era de base, me llegaban muchos cuestionamientos y en el 2017 arranqué… pero falta lo más importante” cuenta Norma cuando se refiriere a un trato más igualitario para quienes integran el gremio desde las bases. En poco tiempo, la alegría de la militancia se transformó en una especie de caza de brujas. Comenzó a recibir acoso y las violencias se tradujeron en amenazas a su casa y a sus hijos. No tardó en llegar la violencia laboral que sufrió cuando la apartaron de las actividades del gremio, retirándole material de trabajo e invalidando las claves de acceso para desarrollar sus tareas.

“Cuando yo era delegada me daban indicios, sutilmente, diciendo `mira que los delegados y delegadas que estaban en la dictadura los encontraban en un Falcon, dentro de un baúl y después nadie los reconocía´ en ese momento como que lo tomaba como anécdota y después lo fui entendiendo con el tiempo…”

El disparador se vincula con la militancia de Norma, no solo como gremialista sino también como activista feminista, su trabajo en el instituto interno sobre igualdad de oportunidades, su tozudez en pedir la aplicación de la ley Micaela, su presencia en la intersindical de mujeres.

Los primeros meses de pandemia, Norma trabajó de manera presencial tratando de solucionar, junto con otras tres personas más, la problemática de cerca de 10 mil afiliados. Pero a mitad de año se reincorporan los integrantes de la comisión y retornan los distintos hechos de violencia, con el agravante de encontrarse sola frente a ellos. Las redes de contención que la sostenían, sus compañeras, ahora ya no estaban.

El 25 de febrero presentan una lista alternativa para las elecciones de este año y al día siguiente, el secretario gremial se apersona en la oficina donde Norma desempeña su trabajo, cierra la puerta, le tira el celular al piso, la zamarrea fuertemente, le pega un rodillazo, grita. Dos compañeros lo sacan de la oficina. Quien la insulta es Sergio Ricúpero, en el audio que Norma alcanza a grabar se puede escuchar: “Zurda de mierda, hija de puta, ¿estás grabando esto? Te voy a matar, andá a denunciarme”, a los gritos.

Norma realiza la denuncias correspondientes ante el Ministerio de Trabajo por violencia laboral y trato no digno, y a la par se inicia otro expediente en lo Civil y Comercial y en el Ministerio Público de la Acusación en el que se denuncia al secretario gremial por agresiones y amenaza de muerte. Finalmente se presenta otro expediente por la Ley de Asociaciones Sindicales, en Buenos Aires.

En marzo, el juez en lo Civil y Comercial de Rosario Néstor García dictó una prohibición de acercamiento contra cuatro dirigentes en el marco de la causa civil y en ese mismo dictamen se decide una reorganización de horarios para Ricúpero y los otros tres denunciados: Martín Coronel, Walter Fiore y Juan Carrasco.

Pero la historia no termina allí, tras una serie de eventos violentos como el otorgamiento de una licencia sin que Norma la haya pedido, al regresar a sus actividades acompañada de una escribana, los hostigamientos continuaron, le quitaron las claves de acceso al sistema, los libros de acta y las credenciales, le retuvieron tareas, impidiéndole de esta manera trabajar. A la vez no se respetó la perimetral.

En junio Norma enfermó con COVID lo que le impidió ir a trabajar, presentó los certificados médicos correspondientes pero ese mes no depositaron su sueldo. Es que los miembros de la Comisión directiva resolvieron darle una licencia sin goce de sueldo por 90 días, apelando a una publicación que Norma realizó en sus redes sociales. Es decir, las mismas personas que fueron denunciadas por Norma son quienes la licencian, sumando así una nueva violencia.


¿Cómo sobrevive una madre con tres hijos durante 90 días sin ingresos?

“Tenía algo de plata guardada y me la fui gastando, estoy pensando en volver a mi establecimiento, yo no tengo una relación de dependencia con el gremio, sino de estabilidad, cuando terminan mis funciones vuelvo a mi trabajo. La suspensión fue para que no participara de las elecciones. Me inhabilitaron y hace tres meses que no estoy cobrando el sueldo y me dejaron sin obra social”, dice Norma que tiene 4 hijos, uno de ellos con discapacidad. Angustiada se pregunta qué va a pasar cuando la obra social le rechace todas las prestaciones para su hijo.

Norma se encuentra ahora sin su salario, sin obra social y sin poder ejercer sus tareas laborales. Tampoco podrá presentarse a las elecciones del 2 de diciembre, para las cuales venía trabajando. Su respuesta, desesperada, se transformó en lucha: en septiembre Norma se encadenó a la puerta del Sindicato, en Presidente Roca al 1000.

Detrás de estos hechos, con más de 600 fojas en la causa, se esconden modelos de sindicatos violentos, que no respetan derechos y avasallan a quienes intentan que se respeten. ¿Cuántas violencias son necesarias para lograr una sociedad más justa? Norma no tiene esta respuesta, se siente desprotegida, pero sabe que no es el único caso. “Lo mío es una parte, han dejado compañeros sin trabajo, han apretado a una compañera embarazada, no pude ingresar mi lista”.

Cree que es necesario que quienes ganen las elecciones aprendan, dirijan, ella se ofrece a acompañar, pero no pierde de vista las tramas sindicales, por eso ya piensa en la creación de un frente sindical amplio, feminista, transversal, que pueda dar lugar a otras lógicas gremiales.

Norma no baja los brazos. Ante la pregunta de qué va a hacer si gana la lista que apoya, dice que no volvería a trabajar en el gremio porque cree que es necesario volver a las bases: “A veces hay algo que muchos dirigentes se olvidan que es trabajar por los compañeros, porque me parece que es esencial, ahí es donde se pierde la llegada. Estás en un lugar de privilegio y tus compañeros están con 40º de calor o pasan frío, pasan muchas cosas y te olvidás y se pierde la llegada a la gente”.