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Obra maestra del terror

Aquellos que devastaron el país gobernando mal, crearon las condiciones para impedir gobernar bien en lo sucesivo, al menos durante un período electoral suficientemente largo.




Por Osvaldo Pellin


Ha vuelto a ganar la derecha. No se lograron descontar los votos de ventaja que ya tenía en las PASO, la oposición de JxC, a pesar de que se mejoró, visto solo los primeros cómputos, en la Provincia de Buenos Aires. Además en otros distritos es indudable, pese a la leve recuperación del oficialismo, la firmeza con que prevaleció la oposición del FxC. La dispersión de votos por otras opciones, a izquierda y derecha, resulta propia de las elecciones legislativas, que atentó contra una polarización más acentuada que la que se pudo apreciar.

Se concretó una obra maestra del terror: aquellos que devastaron el país gobernando mal, crearon las condiciones para impedir gobernar bien en lo sucesivo, al menos durante un período electoral suficientemente largo.

Igualmente el peronismo acusa un flojo perfil de los liderazgos que se mostraron en los distritos y habrá que redoblar los esfuerzos para que no prevalezca la agenda de la oposición en el escenario público del día a día.

Pandemia y endeudamiento irresponsable fueron dos grandes obstáculos para que se pudiera ya palpar la recuperación que se insinúa en la economía.

Sin embargo, fuera de aquella maléfica estrategia de la alianza pro en el gobierno, al presidente Fernández le quedan dos años por delante, en que controlada la pandemia, podrá encarar con convicción la salida de esta temporada en el infierno que todavía dura para la sociedad argentina. No solo rezando sino accionando a favor de las mayorías populares. Ya los grupos del poder real han gobernado, aunque nadie los votó, y han ejercitado en demasía su prioridad en la distribución de la renta, durante más de cuatro años. Ahora es el tiempo de las mayorías. Más trabajo, mejores salarios, más producción y más justicia social, se imponen como propósitos explícitos del gobierno nacional.

En principio tener en cuenta que los gobiernos que administraron la pandemia en su mayoría perdieron las elecciones. La gente vivió muy mal y con muy escaso conocimiento los riesgos que corrió durante la misma, creyendo en la subestimación que medios de prensa y oposición hicieron de ella.

Los recursos para combatirla no eran originales ni modernos y ningún país pudo patentar un modo de encararla que fuera novedoso. Cuarentenas y aislamientos sociales con buena receptividad de los enfermos graves en un segundo nivel de atención médica, fue la receta para enfrentar el virus con muy pocas variantes en todas partes del planeta. El negativismo que algunos pagaron con la vida no fue una buena táctica para protegerse como personas susceptibles.

Y luego, claro está, la caída de la economía que trajo consigo la pandemia fue una respuesta generalizada que afectó transversalmente a todas las sociedades.

Los que padecieron la falta de recursos para sobrevivir guardan un comprensible rencor que debió ser descargado contra quienes ostentan el poder político y entonces elegir en el cuarto oscuro la boleta de la oposición que no son otros que los que los ignoraron, empobrecieron y que despidieron de sus trabajos, fue la salida para una insólita vendetta.

Demasiado rápido se ha cerrado el círculo y pareciera que estamos otra vez políticamente en diciembre del 2019. Como si no hubiese bastado vivir lo que viviéramos durante la gestión Macri.

Esperemos la reacción del gobierno popular que de por sí personalmente la descuento. Vamos a seguir viviendo mejor, lo que aún no sabemos si eso alcanzará para que el pueblo devuelva su confianza al Frente de Todos de manera mayoritaria.





























Fuente: Va con Firma