El ex presidente del Banco Central con Macri, uno de los responsables de la debable actual, reivindica su gestión desde la Universidad de San Andrés.
Finalmente, la gestión de Federico Sturzenegger al frente del Banco Central resultó muy provechosa. El problema es que ese resultado no lo pudo disfrutar la sociedad argentina sino solamente el ex funcionario, quien ahora publica papers académicos sacando chapa de su experiencia. A pesar de que creó una bomba de tiempo con las Lebacs alimentada por la bicicleta financiera que tuvo mucho que ver con la explosión de la economía argentina desde abril de 2018, el ex banquero central y ex secretario de Política Económica durante el 2001 no muestra autocrítica. Es más, se queja de un problema comunicacional y de que el Poder Ejecutivo no redujo más el gasto público.
“¿Cómo deberían acumular reservas internacionales los bancos centrales?”, es el trabajo que publicó Sturzenegger como profesor del Departamento de Economía de la Universidad de San Andrés. “Este debate tiene implicaciones prácticas para los bancos centrales, porque yo mismo dirigí el Banco Central de la Argentina entre 2015 y 2018”, indica. La conclusión del paper es que su propia gestión fue adecuada.
Sturzenegger dirigió el Banco Central entre diciembre de 2015 y junio de 2018. Asumió con el tipo de cambio oficial en 9,60 pesos y una brecha cambiaria que ubicaba al paralelo en el orden de los 15 pesos. Se fue con el dólar a 28,44 pesos, un megaendeudamiento externo dirigido por el Tesoro y habiendo empapelado de Lebacs toda la city porteña. Precisamente, uno de los propulsores de la corrida cambiaria de inicios de 2018, que luego tuvo muchos episodios hasta llegar al calamitoso final del gobierno Macri, fue la llamada “bomba de Lebacs”, creada por Sturzenegger. La contrapartida de los miles de millones de dólares que ingresaban al país como deuda de corto plazo era el aumento de estas emisiones en pesos, que ofrecían altos retornos medidos en dólares. La bicicleta financiera fue el gran negocio de los primeros dos años del macrismo, que terminó cuando un grupo de grandes bancos internacionales dio por concluida la fiesta y le cerró el mercado a la Argentina.
En su paper para la Universidad de San Andrés, Sturzenegger volvió a defender su gestión. Para llegar a esa (esperada) conclusión, comienza preguntándose acerca de cuál es la mejor estrategia de los bancos centrales para acumular reservas internacionales. Distingue tres opciones: comprar los dólares y a cambio emitir deuda en dólares para captar los pesos que emite, comprar dólares a cambio de pesos y emitir títulos en pesos (léase Lebacs) para “esterilizar” la emisión o por último, no esterilizar, o sea, dejar que los pesos que se emiten para comprar dólares sigan circulando.
“Cuando asumí el cargo, las reservas netas estaban en negativo, el control de cambios era estricto, con la brecha cambiaria por arriba del 70 por ciento. Como resultado de los controles de capitales, la economía estaba estancada desde hacía cuatro años. Entonces, una de mis decisiones iniciales fue liberar los controles de capital, unificar los tipos de cambio y dejar que el tipo de cambio oficial flotara”, recuerda Sturzenegger, quien también integró el gobierno de Fernando De la Rúa que llevó a la debacle de diciembre de 2001.
“Decidí impulsar un programa de reconstrucción de reservas. Las compras se hicieron mayormente al gobierno, que en ese momento estaba financiando el déficit fiscal con deuda externa”, dice el economista. El fuerte aumento de la proporción de deuda externa sobre el total del endeudamiento público fue motivado por esa cuestionada estrategia de pagar gastos corrientes en pesos con los dólares de la deuda de la bicicleta financiera, que menciona el paper. En otras palabras, el Tesoro nacional se endeudó en dólares que el banco central terminó entregando a los inversores a medida que se fueron retirando de la bicicleta financiera de Lebacs. El resultado fue la quiebra de la economía argentina, que ahora necesita una reestructuración de su deuda.
“El proceso de acumulación de reservas llegó a su pico a fines de 2017. Las reservas se incrementaron en 40 mil millones de dólares mientras que los pasivos --léase Lebacs-- del Banco Central subieron de 25 a 75 mil millones de dólares. En lugar de verlo como un proceso de suba equivalente de activos y pasivos, esto llevó a la crítica de por qué los pasivos estaban creciendo tan rápido”, se queja Sturzenegger. Además, critica que "a principios de 2018 Argentina sufrió un freno repentino a raíz de una serie de percances", que resume en que el Poder Ejecutivo no había bajado el gasto público.
"Este caso histórico refuerza las preguntas sobre si acumular reservas en contra de pasivos en moneda doméstica tiene mayores o menores costos que otras formas de financiamiento", se pregunta. Luego de mostrar a lo largo del paper un vasto conjunto de números vinculados a varias experiencias de otros países, Sturzenegger concluye que la evidencia estadística le da la razón.
Fuente: Página 12